En la película de 2004, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, el personaje intenta borrar de su memoria ciertos acontecimientos de su vida amorosa pero el final del film lo encuentra buscando desesperadamente aferrarse a ellos para no perderlos definitivamente.  En Memento, una película del 2000 del gran realizador David Nolan, a raíz de un trauma, el personaje ha perdido la memoria y debe ayudarse con infinidad de recordatorios externos a él para seguir adelante con su vida.  Al parecer, el tema de la memoria resulta tan atractivo para los realizadores porque su carácter elusivo y misterioso, su naturaleza tan frágil  pero de  efectos poderosos se relaciona directamente con la identidad lo que interpela inexorablemente a los espectadores.  

Estas obras están unidas por el común denominador del nuevo milenio, la decepción de los jóvenes contemporáneos para con el poder de las relaciones familiares y afectivas entre padres e hijos, hombres y mujeres. Hay como una cierta certidumbre ya acerca de que el amor no “es más fuerte” (contrariamente a la canción), y que la angustia sobreviniente a la aceptación de la futilidad de un sentimiento poderoso no debe ser sufrida como un duelo que fortalece y provoca un crecimiento sino evadida, erradicada, eliminada por cualquier medio. Por lo tanto, se hace imperioso olvidar, aunque los mecanismos para hacerlo encierren la pérdida de sí mismo.  Las drogas, el consumismo, y la industria del entretenimiento, fetiches provistos por el capitalismo, están allí al alcance de la mano para ayudar a conseguir ese fin: satisfacción inmediata.    

 

La obra Borratex también incursiona en el terreno de la memoria incómoda y como eliminarla, pero lo hace desde la escena teatral, local, musical.  Allí se ha dispuesto que el tema se represente a partir de  una empresa que ofrece el servicio de “borrado” mental para todo aquel que no soporte el más mínimo recuerdo desagradable y quiera hacerlo desaparecer para siempre.  Franco (Marco Gianoli) es un joven que acude allí en busca de trabajo, pero se encuentra con una suerte de circo pop, colorido y disparatado.  Los empleados de Borratex Incorporated son personajes que parecen extraídos del comic, del circo, o de una murga, que bien pueden hacerse pasar por niños que juegan en medio de una eterna fiesta cumpleañera que es el trabajo cotidiano, mientras que en ese gran jardín de infantes, la voz cantante, figurada y literalmente, la lleva Griselda, la Jefa/Gerente, una espectacular Lula Rosenthal, dueña de una voz y un carisma excepcionales.

 La puesta logra crear climas por momentos festivos y por momentos oscuros mediante el empleo eficaz de las luminarias que dotan a la atmósfera saturada de vapor de colores fucsias, azules y magentas, como tonalidades emocionales.  La música es otro gran elemento positivo en la obra, ya que la banda de sonido creada por Federico Coates resulta sumamente atractiva, con ritmos que elevan y sostienen a la pieza de principio a fin.  

 Otro tanto cabe decir de la coreografía de Matias Prieto, que logra que la totalidad del  ensemble se luzca, con un excelente manejo de los tiempos, lo que deja una sensación de conjunto sólido y amalgamado, pero sin que se pierdan las individualidades. Como ejemplo del acierto general basta mencionar a la versátil Estefania Alati (Nancy), que se destaca como actriz de comedia, cantante y bailarina, y todos bajo la impecable dirección de Tania Marioni.     

Borratex consigue poner en crisis unos cuantos paradigmas de la contemporaneidad, y lo hace desde el teatro musical, lo que no es poco ambicioso.  Por el contrario, un género a veces saturado de clichés y recetas probadas, encuentra en la pieza escrita por Di Bona y Valdez un refrescante cambio de rumbo. Enfrentar las problemáticas de toda una generación con las armas de la comicidad, la música y el baile, es siempre una apuesta arriesgada pero también un aggiornamiento necesario y bienvenido para los amantes del género, como lo demuestran sus presentaciones a sala llena. 

 

Ficha técnico-artística: 

Autores:Javier Valdez, Estefanía Di Bona.  Con: Lula Rosenthal, Marco Gianoli, Estefania Alati, Renata Marino, Bruno Coccia, Abril Suliansky, Estefania Di Bona, Javier Valdez, Jonatan Knecht, Mauro Cappellacci, Pachi Lucas, Tian Aviardi. Coreografía: Matías Prieto Peccia. Dirección: Tania Marioni. Música: Federico Coates.  Iluminación: Santiago Muñoz. Vestuario: Adrián Llamosas, Marisol Castañeda. Puesta En Escena: Tania Marioni, Matías Prieto Peccia. Dirección Vocal: Cristian Centurion. En Teatro Border: Godoy Cruz 1838. Funciones: miércoles 21 hs. Precio: $ 200. Más información en:  http://www.border.com.ar/teatro_programacion.php. 

 

 

 

website by e-foco.com