“El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”.

F. Nietzsche. 

El “Superhombre”, que describe Nietzche en su obra “Así habló Zaratustra” de 1884 era un nuevo tipo de hombre, alguien cuyas características se han encontrado a lo largo de la historia de la humanidad en muy contadas ocasiones y aún así, solo se han visto atisbos que lo bosquejaban.  Según Nietzche, el  Übermensch  estará totalmente apartado del mundo celestial del cual habla el Cristianismo, y por supuesto de la moral occidental, que entrará en definitiva decadencia.  Por el contrario, el “Superhombre” será fiel a la tierra, a su destino y a la realidad. Dado que todos los dioses se extinguirán, el hombre alcanzará su plenitud, por lo que vivirá una vida sin falsa moral, sujeta solamente a la voluntad de poder.  

Estos y otros conceptos similares son los que dieron sustento teórico al accionar de los protagonistas del denominado “crimen del siglo” en 1924.  Nathan Leopold jr., y Richard Loeb eran dos jóvenes estudiantes universitarios estadounidenses, provenientes de familias acaudaladas, brillantes en materia de inteligencia y víctimas de un delirio de grandeza e impunidad que los condujo a creer posible cometer el “crimen perfecto”.  En su historia se basa el thriller musical El Pacto (Thrill me), que se presenta en el teatro Border.

Los protagonistas de esta historia fascinante, marcadamente oscura y tenebrosa son los estupendos Leandro Bassano (Leopold) y Pedro Velazquez (Loeb).  Ambos logran fundirse en sus roles de amantes y asesinos y conducen de manera convincente al espectador a través de una trama cada vez más densa y opresiva.  La  puesta convierte al espacio escénico en un tribunal mediante una escenografía compuesta por escritorios en una monocromía de gris ubicados en distintos niveles aunque de manera simétrica.  El espacio virtual lo componen las voces en off de los jueces, lo que acertadamente logra completar la ilusión.  

           

La pieza comienza durante el desarrollo de la audiencia donde Leopold debe contar a los jueces su versión de los hechos acontecidos 30 años atrás, con el fin de lograr su libertad condicional.  A lo largo de 90 minutos, las escenas se irán intercalando entre el tribunal en tiempo presente y los flashbacks  que permiten seguir los acontecimientos ocurridos en el pasado.  Es interesante como el aspecto temporal se  maneja de manera sutil, mediante el rápido traslado de los muebles, el cambio de vestuario y los oscurecimientos o transformación de las luces en magentas o azules, todo lo cual acontece frente a los ojos de los espectadores, pero sin embargo, la sincronía es tal que dichos movimientos no quiebran ni interrumpen de manera negativa el efecto dramático de las acciones. 

La música que acompaña de principio a fin a los personajes es el sonido del piano ejecutado por Gaspar Scabuzzo, sin dudas el tercer protagonista de la obra.  Ubicado en un costado de la escena, formando parte de ella, sin resultar intrusivo en ningún momento, sino amalgamado completamente, no deja de ser otro logro de la puesta, cuya traducción y adaptación pertenecen a Marcelo Kotliar y la dirección a Diego E. Avalos, con las destacadas coreografías de Gustavo Wons. 

No es frecuente que el musical incursione en los terrenos escabrosos del crimen y las noticias policiales. El riesgo de hacerlo podría ser caer en el  grotesco o la caricatura.  Tampoco es frecuente admitir cuanto placer puede causar una obra cuyas temáticas son la manipulación y la dominación, el sexo y las relaciones de poder.  Sin embargo, ambas situaciones ocurren en El Pacto, y esto es así por la suma de aciertos que confluyen: la química innegable que existe entre los actores, unida a la dirección que lleva a las acciones al clímax  mediante un crescendo de violencia física  unido a una dramaturgia que de manera inteligente va creando la atmósfera opresiva que conlleva toda violencia psicológica.   

En muchos textos Nietzsche atribuye al superhombre rasgos  como la falta de compasión,  la crueldad, la fuerza, el gusto por la acción, el combate y la guerra, el desprecio por los débiles.  Esto, tergiversado y llevado a la acción en su literalidad más macabra fueron los agentes motivadores de las conductas de Leopold y Loeb.  Hay ingredientes suficientes en El Pacto como para incentivar un intenso debate sobre el pensamiento nietzscheano.   ¿Se  puede pedir algo más?

 

 

Ficha técnico-artística

El Pacto (Thrill me) Autor: Stephen Dolginoff.  Adaptación y Traducción: Marcelo Kotliar.  Con:Leandro Bassano, Gaspar Scabuzzo, Pedro Velázquez. Diseño de vestuario: Tatiana Mladineo, Luli Peralta Bo

Diseño de escenografía: Tatiana Mladineo, Luli Peralta Bo. Diseño de luces: Gonzalo Gonzalez. Diseño sonoro: Eugenio Mellano Lanfranco.  Diseño gráfico: Matias Gordon. Asistencia de dirección: Cristian Cimminelli. Producción general: Matías Baraviera, Laura Casadiego. Diseño de coreografia: Gustavo Wons. Dirección vocal: Katie Viqueira. Dirección: Diego Ezequiel Avalos. TEATRO BORDER – Godoy Cruz 1838 – Palermo – CABA Funciones: Martes 21.00 hs. Localidades: $ 250

 

Por Olivia Avila - Noviembre de 2016