Intrusión propone un particular texto de un joven autor  francés en una artificial y distante mirada de Leandro Saggese.

Dos parejas jóvenes deciden aislarse del mundo y pasar un tiempo indefinido en una casa de campo alejada de todo contacto real o virtual con el mundo exterior. La primera noche que duermen en la casa algo extraño ocurre. Una joven aparece de improviso en el living e invade el asilamiento propuesto. EL principal problema es que la chica no habla ni se comunica de modo alguno con los habitantes del lugar. Se limita a observar y a deambular noche y día sin rumbo específico por los ambientes de la casa. Esa situación enfrenta a cada integrante del cuarteto con sus propios miedos y fantasmas. Uno de jóvenes intenta protegerla y entabla una relación demasiado cercana lo que ocasiona que su novia potencia más la resistencia y miedo hacia la desconocida. La otra pareja, más visceral y beligerante, tiene una empatía particular. Mientras la mujer se divierte con la extraña, el hombre comienza a experimentar una violencia contenida que se materializa en insultos, golpes y torturas varias.

Todo se desarrolla entre apagones y escenas en el living de la casa, donde lo externo es desconocido, inhóspito y hasta fantasmagórico, salvo por la luz que ingresa por una ventana que nada tiene de natural y que potencia la extrañez de la trama, que nunca llega a un cierre preciso y definitorio sobre lo vivenciado durante el transcurso de la pieza.

Una obra de un joven francés, representada en Argentina en el 2010 dentro del ciclo de teatro semimontado Dramaturgias cruzadas, es reversionada en la actualidad por Leonardo Saggese, actor de la primera puesta de la pieza, ahora como director de la misma. Y es el discurso de Saggese el que le da un prisma de artificialidad a la obra que provoca un distanciamiento aún mayor entre la obra y el público. Hay una marcación actoral cercana a la discursividad narrativa, donde los actores dicen la letra sin que nada les pase por el cuerpo. Salvo el personaje que ejerce violencia con la extraña (no hay en el programa de sala nombre identificatorio ente personaje y actor) quien si realiza un trabajo corporal y vocal un poco más sanguíneo, y la actriz que interpreta a la intrusa, quien transmite con su cuerpo momentos perturbadores, el resto del elenco deambula por el espacio sin poder involucrarse ni con su personaje ni con sus compañeros.

Intrusión, ofrece un texto particular, con un discurso de Saggese que no encuentra el camino adecuado para transmitir el mensaje que propone Sonntag desde su pieza, si es que existe algo que comunicar más allá de la incomunicación que se desprende desde la obra.

F.H.D