Original propuesta la de presentar El Vértigo en el primer piso de Defensa 1015 en San Telmo, sede del fascinante  museo/atelier del maestro orfebre Juan Carlos Pallarols.  El lugar es un museo atípico al que se asciende por escaleras que desembocan sorpresivamente en un gran living.  El lugar resulta acogedor de inmediato: el hogar, la multitud de cuadros y objetos (de creación propia del maestro o adquiridos durante sus innumerables viajes), todas obras de arte, contribuyen para que así sea.  La espera se torna amena al posibilitar el recorrido por las distintas habitaciones colmadas de historia y anécdotas y aún conversar y fotografiarse junto al dueño de casa.  

 Cuando llega el momento de ingresar a la sala, las sorpresas no cesan: se trata del lugar mismo de producción del maestro platero, el taller con todos sus elementos primordiales porque el horno, la fundición, los cinceles y demás herramientas están allí, así como los jóvenes artesanos que se distinguen en el fondo de la sala, sentados frente a frente, concentrados en su trabajo mientras el público continúa llenando los espacios designados como platea.  De esta manera, cuando Miguel (Marcos Horrisberger) y Rómulo (Matías Broglia) comienzan a dialogar, no solo se encienden las luces intimistas de las lámparas, sino también la ilusión voyeurística que convierte en testigos de lo que sucederá al público asistente.  

Foto Leopoldo Minotti. 

De pronto, el lugar se torna idealmente funcional para esta historia de Armando Discépolo que data de 1919, cuando el autor ya había estrenado obras teatrales de varios géneros con los que recorría la geografía de los conventillos y las fábricas donde se apiñaban los inmigrantes recién llegados.  Estos traían consigo sus costumbres y modismos - tan típicos como simpáticos, pero también sus dramas y miserias.  Así, los personajes de El Vértigo, que parecen hablados por valores como el honor y el deber, con el transcurrir de la obra dejan caer sus máscaras y se muestran en “carne viva”, sus pasiones se canalizan a través de la bebida y la violencia verbal y física mostrando su imposibilidad de vivir conforme a esos principios y entonces hasta el más puro amor puede devenir rencor y venganza.  Se ha dicho que quizás bajo la influencia de Pirandello (a quien admiraba)  Discépolo descubre que el grotesco es un género que le permite  ahondar en los conflictos internos de los personajes en lugar de tan solo mostrar sus aspectos exteriores o superficiales y cómicos como en el sainete o la zarzuela.  

El Vértigo es la historia de los Florio, una familia de inmigrantes italianos que han huido de su tierra para encontrar refugio en Argentina y trabajo en el taller de platería de Rómulo Corsani.  Tras su gesto humanitario Rómulo alienta la esperanza de que esto le posibilite hacer realidad su amor por Marisa (Yesica Wejcman), hermana menor de Miguel.  Cuando sus ilusiones se frustran, en lugar de hacer frente a la verdad y aceptarla, Rómulo cede ante sus instintos y desata la tragedia.

La excelente puesta generada a partir de la escenografía a cargo del propio Pallarols cuenta con el diseño de luces de Miguel Solowej y el vestuario, evocador de los atuendos de principios del siglo XX, creado por Cecilia Zuvialde.  De más está destacar las actuaciones de todo el elenco que se adueña del espacio escénico como fantasmas del pasado, lo que les permite el manejo absoluto de la atmósfera a su alrededor, el vértigo, volviéndola por momentos asfixiante dada la proximidad del público con los actores.  

En suma, la destacable dirección de Leopoldo Minotti y Matías Leites,  posibilita a todos los protagonistas (en los distintos rubros) salir triunfantes del desafío que impone llevar a escena uno de los grandes “grotescos criollos” discepolianos, testimonio de las esperanzas, frustraciones y fracasos de los inmigrantes que llegaban a esta tierra, y al mismo tiempo facilita a la audiencia poder reflexionar acerca de una etapa importantísima de la formación de nuestra identidad nacional.  

  

Ficha técnico-artística

Autor: Armando Discépolo. Con Marcelo Aruzzi, Natalia Besuzzo, Matias Broglia, Roberto Cappella, Marcos Horrisberger, Martín López Pozzo, Alicia Naya, Yesica Wejcman.  Vestuario: Cecilia Zuvialde. Diseño de luces: Miguel Solowej. Música: Santiago Barceló. Fotografía: Leopoldo Minotti. Asesoramiento escenográfico: Cecilia Zuvialde. Dirección: Matías Leites y Leopoldo Minotti.  Museo Pallarols. Defensa 1094. Capital Federal - Buenos Aires - Argentina. Reservas: 15-6725-1000 Viernes - 21:00 hs. 

Por Olivia Avila – Marzo 2016