Final de fiesta interminable en una noche que no acaba de agotarse: sobre “Mau Mau (o La Tercera Parte de la Noche)”.

Con Mau Mau (o La Tercera Parte de la Noche) el teatro rescata del olvido a la que fuera la discoteca más importante de la Ciudad de Buenos Aires, creada por los hermanos Lata Liste y cuyo nombre se inspiró en el mote que se le dio al ejército insurgente de Kenia en las décadas de 1950 y 1960.

En una sociedad obsesionada por la memoria, y aún su improbabilidad fundamental, su iridiscencia, el texto de Loza -con dirección de Parodi- acomete el esfuerzo de reconstruir una época (varias, en realidad) con sus usos y modismos.

Las anfitrionas y encargadas de conducir a los espectadores a través de este revival son Mecha (Ferrero) y Rita (Alonso), dos rezagos de jet set de cabotaje, cuya meta es la prosecución del placer, para lo cual se sumergen en la noche y sus misterios, la magia del disfraz, del glamour y la coquetería de la conquista cóctel en mano.

Nihilistas y fieras en su convicción de vivir al margen de la sociedad de los diurnos, van narrando la historia nacional de la última mitad del siglo XX desde la mirada marginal de los noctámbulos. Lo suyo son los sillones de animal print y los destellos de las gigantes bolas de espejos. Con liviandad y algo de cinismo vuelven a traer al presente los acontecimientos políticos y sociales que fueron primicia en su momento: cambios de gobierno, golpes de estado, el incendio del boliche, el atentado a la embajada de Israel, etc.

La lograda escenografía de Fernández, acompañada con algunos sutiles cambios de vestuario, colaboran en la construcción del verosímil arraigado en el imaginario popular: sillones de cuero, mesa ratona, una barra para las copas y botellas de bebidas, además de luminarias enmarcadas en perlas metálicas. El desorden un tanto caótico que se esparce a ras del piso, incluido el papel picado, rememora aquel final de fiesta, introduciendo un interesante acento expresivo.

Resultan más que encomiables la entrega y el profesionalismo con las que Ferrero y Alonso representan a esa parte de la fauna porteña que noche a noche se daba cita en la boite Mau Mau. Para ubicarlas de manera precisa, habría que circunscribirlas al periodo de decadencia que se operó en el boliche a partir de los años 80, luego de dos décadas de reinado indiscutible. Un período en el que ya no eran requisitos absolutos vestir de traje y corbata -los hombres- y vestido largo las mujeres. Y ni hablar de ir solos y solas, porque estas divas trasnochadas no hubieran podido traspasar la puerta, en los tiempos de apogeo, sin su correspondiente compañía masculina.

Observarlas bailar ininterrumpidamente durante la hora y minutos que dura la obra, moverse acompasadamente al ritmo de los hits de moda de aquellas épocas (la música es un acierto extraordinario de la puesta), vaso de whisky en una mano, cigarrillo eterno en la otra, alcanza para comprenderlas de inmediato: mujeres de la noche, desangeladas, que buscan llenar con alcohol tantas horas muertas.

Sus diálogos y reflexiones, entre vueltas y meneos, resultan hilarantes mientras recuerdan cómo uniformados se convertían en “celebrities” del momento y frecuentaban la boite de moda para codearse con estrellas internacionales de Hollywood o miembros de la realeza europea.

El momento más significativo de la pieza lo constituye el encuentro de las protagonistas con la policía de la dictadura: confundidas entre las criaturas de la noche, mezcladas con hippies e intelectuales, son llevadas a la comisaría a la fuerza para averiguación de antecedentes. Miedo, vulnerabilidad y azar se conjugan en una gran escena que las pone en contacto con sus cuerpos (pero de modo muy distinto al habitual), y con sus necesidades fisiológicas -más de lo que les hubiera gustado admitir. Potente y emotiva escena que nos habla de la sociedad en general y los valores y permisos, instintos, que liberaron la represión, el miedo y el autoritarismo militar.

Pero estas divas venidas a menos tienen algo más que ofrecer: como Homero, han decidido seguir el canto de las sirenas y dejarse llevar. Fanáticas del goce nietzscheano, han decidido declarar la guerra a la reflexión profunda, la política y los avatares de la historia. Han optado por un final de fiesta interminable en una noche que no acaba de agotarse, en medio de vasos vacíos, e incontables colillas de cigarrillos. Fieles solo a sí mismas, se burlan de todo un poco: ellas bailan.

La propuesta de Loza resulta revolucionaria en un punto: hacer enmudecer a las voces de los protagonistas de las primeras planas de siempre para que en su lugar hablen las que aparecen desdibujadas en el fondo de las fotos. Sin prejuicios o vergüenzas, sin pedir perdón, estas mujeres son simplemente eso: seres dionisíacos que enarbolan su deseo de ser felices, siempre, a toda costa, a pesar de todo.

Semblanza entrañable de un lugar y unos personajes desaparecidos -tal vez para siempre- Mau Mau o La Tercera Parte de la Noche recrea la nostalgia de la movida nocturna porteña más importante del siglo pasado, pero también un peculiar mundo ideológico vernáculo y la inocencia perdida de toda una generación.

Mau Mau o La Tercera Parte de la Noche. Dramaturgia de Santiago Loza, dirección de Juan Parodi. Con Eugenia Alonso y Gaby Ferrero. En el teatro El Extranjero: Valentín Gomez 3378, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Funciones: lunes a las 20.30 hs. Entradas: $ 130. 

Por Olivia Avila (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.), PCA CS, Marzo 2015.

 

 

 

 

 

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