Traición es una obra de Harold Pinter escrita en 1978 por lo que llega al teatro Border precedida de una incontable cantidad de representaciones a nivel local e internacional, en teatro y en cine, así como de artículos, comentarios y opiniones que hablan de ella, lo bastante homogéneos entre sí como para dar a entender que Pinter ha sido ya  ampliamente asimilado por la cultura en general (crítica y literatura), tanto, que hasta parece haberse clausurado la indagación acerca de los temas y motivos presentes en sus obras. 

 

Por lo tanto, esta nueva puesta, que actualiza y renueva el interés por la pieza (dejando de lado sus obvios méritos dentro de la historia del arte) brinda la oportunidad de seguir una vez más (ya sea con intención “voyeurística” o metafísica) las andanzas amorosas de Jerry, Emma y Robert para que tanto los críticos como el público de hoy puedan intentar desentrañar qué es lo que se oculta tras un acto tan multifacético como la traición, cuya sola mención puede evocar desde el beso de Judas hasta el de un amante.

Al comienzo de las acciones, Jerry y Emma han terminado su relación hace dos años, por lo que su encuentro en un bar transcurre de manera casi intrascendente para Jerry pero no para Emma, quien se muestra recelosa y hasta molesta por la actitud indiferente de su antiguo amante. De allí en más, la cronología del relato retrocede nueve años para dar cuenta de los acontecimientos que desembocaron en la ruptura.  Así es posible ser testigos de la relación de Emma con Robert, su marido, durante esos años previos, siete de los cuales lo ha engañado con Jerry, y de éste con Robert, quien además es su “mejor amigo” y socio en el negocio editorial en el que ambos trabajan.  

 

En la versión que se presenta en Border es indispensable resaltar la excelente dirección de Agustín Alezzo, su innegable y evidente dominio del trabajo de Pinter (ha dirigido ocho obras del mismo autor), y la no menos notable versión de Rafael Spregelburg, dado que sin ambas hubiera sido sumamente dificultoso dotar a las acciones del ritmo necesario para mantener la atención del espectador menos familiarizado con los elementos que caracterizan la dramaturgia pinteriana (las largas pausas en los diálogos, las preguntas sin respuesta, por ejemplo). 

De esta manera es posible centrar la atención en los acontecimientos y el desarrollo de una trama que tiene mucho de cinematográfica, pues los flashbacks que operan entre las nueve escenas proponen un juego entre tiempos y espacios diferentes: un bar; la casa de Jerry; el departamento que alquilan los amantes; la casa de Emma y Robert; un hotel de Venecia; otra vez en el departamento de Wessex Groove, en Kilburn; un restaurante; otra vez en el departamento y la última en casa del matrimonio. 

La escenografía a cargo de Marcelo Valiente (así como el vestuario) contribuyen  eficazmente a la puesta valiéndose de pocos elementos (una cama, mesas, sillas y sillones, además de un bar) pero dispuestos de tal forma que facilitan el ágil transcurrir de las múltiples escenas, marcadas mediante oscurecimientos del espacio, mientras el sonido y la música de Mirko Mescia se corresponden muy acertadamente con el paso de los años, las modas, y la atmósfera emocional de cada momento.    

El éxito a sala llena de Traición es igualmente atribuible a las impecables actuaciones del trío compuesto por Juan Pablo Kexel (Jerry), Lorena Saizar (Emma) y Mariano Ulanovsky (Robert).  Juntos logran transmitir las diferentes etapas que desde lo emocional transita cada uno de los personajes; emociones que pasan por lo gestual, facial y corporal: la incomodidad, frialdad y falsedad de las relaciones que se fuerzan por mantener a lo largo de los años.  

Los tres personajes se encuentran atrapados en la telaraña que han sabido tejer, y  al mismo tiempo que desde lo discursivo tratan de conferirle a sus vidas una apariencia de “normalidad”, desde lo gestual se desmienten de manera permanente.  Esto genera un clima que tensión constante entre ellos, donde las relaciones amenazan con estallar pero irónicamente no lo hacen, por el contrario, se mantienen dentro de una ambigüedad y un laconismo insoportable que consigue acrecentar la sospecha de que hay “algo más” en juego entre los personajes, algo que subyace y no se termina de definir y dar a conocer.  

En suma, una pieza atractiva en una puesta muy actual, que logra sortear un cierto anacronismo temático mediante el manejo eficaz del suspense proponiendo un ejercicio “detectivesco” que vale la pena seguir practicando.  

 

Ficha técnico artística

Autor: Harold Pinter. Versión: Rafael Spregelburd.Con: Juan Pablo Kexel, Lorena Saizar, Luis Torrecilla, Mariano Ulanovsky. Vestuario y Escenografía: Marcelo Valiente. Iluminación: Jorge Ferro. Diseño sonoro y  música original: Mirko Mescia. Operación de luces:Maxi Pastorelli.Producción ejecutiva: Juan Pablo Kexel, Mariano Ulanovsky. Dirección: Agustín Alezzo, Nicolás Dominici.  TEATRO BORDER Godoy Cruz 1838- Capital Federal - Buenos Aires – Argentina. Reservas: 5236-6183. Web: http://www.border.com.ar. Entrada: $ 200,00 - Sábado - 21:00 hs. Domingo - 19:30 hs

Por Olivia Avila - Junio de 2016